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lunes, 11 de noviembre de 2024

"Entre la Culpa y la Venganza: El Peso de la Tragedia Humana en la Narrativa de William Guillén Padilla”




    ¿Qué tan lejos puede llegar la tragedia humana cuando se combina la violencia, la injusticia y la culpa? En “Los Escritos del Oidor” de William Padilla, el autor nos invita a reflexionar sobre los límites del sufrimiento y las complejidades de las relaciones humanas. A través de historias donde los personajes se enfrentan a la realidad de su entorno, donde se presentan actitudes ,emociones y acciones que realizamos y sentimos todos los seres humanos ya sea desde un  sueño de venganza no cumplido, hasta la gratitud de una amistad bajo el peso del tiempo, e incluso la  justicia mal entendida, o la tragedia familiar que desgarra generaciones, este tipo de  relatos  nos hacen pensar u cuestionar nuestras ideas, y comportamientos en la sociedad , sobre la justicia, el perdón y el destino. ¿Cómo afectan nuestras decisiones y acciones en el transcurso de nuestras vidas?

Realidad Visual

Quién dijo que yo no podía. Cierto, me lleva cien kilos y medio metro de ventaja, sin contar las montañas que tiene por zapatos. Fornido y gruñón, Dudín Desa Guerra, siempre lastimándome; pero yo allí, de su cuello bien prendido, en el centro de la Plaza de Armas, a plena luz del día. Rota su mandíbula, sus ojos saltando con cada golpe que le propino en las costillas —soy más bajo y eso no importa—; su nariz una catarata de sangre y más golpes en sus flotantes y... cuando le venía dando duro y parejo y estaba a punto de quebrarle el brazo, mi inoportuna madre irrumpió en el dormitorio, arrojando agua sobre mi cama. Eran las siete de la mañana, hora de ir al trabajo: mi jefe Dudín no soportaría una tardanza más y yo bien lo sabía. Como ve, un sueño así, amigo controlador de tardanzas, es una pena no haberlo podido completar. (Guillen Padilla, 2010, p.117)

    El relato explora temas como la evasión, la frustración y el deseo de rebelarse contra las estructuras del poder que dominan la vida del individuo, centrándose no solo en la tecnología moderna, sino también, en un espacio mental. A través de la interrupción del sueño y el retorno a la realidad, se presenta una metáfora de la imposibilidad de escapar de las circunstancias que nos oprimen, recordándonos que, aunque nuestras mentes puedan liberarnos, la realidad siempre termina imponiéndose. Este tema nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras fantasías, ya sean en sueños o en la imaginación, sirven como lugares para procesar y enfrentar nuestras frustraciones. Sin embargo, también subraya que, por más intensas que sean esas fantasías, al final estamos obligados a regresar a la realidad, con todas sus limitaciones y desafíos. ¿Hasta qué punto las experiencias virtuales pueden sustituir o compensar las carencias en la vida real? Si bien estas pueden proporcionar una sensación momentánea de triunfo o satisfacción, siempre regresamos a nuestras responsabilidades. Así, el relato nos lleva a cuestionar si el tiempo que dedicamos a evadir la realidad, ya sea en sueños o en mundos virtuales, nos ayuda a sobrellevar nuestras frustraciones o, por el contrario, nos aleja de enfrentar los problemas reales que nos rodean. 

GRATITUD

Aquel día bebimos hasta el cansancio. Víctor, dormido en la única banca de mi casa, era un mueble más. Todos ya se habían retirado, cada quien como pudo, y yo contemplaba ese cuerpo de treinta kilos y cincuenta años que roncaba como Biscocho. Casi a las seis de la mañana, cuando el sol es una trenza de fuego en el horizonte, Víctor por fin se incorporó y a tientas se marchó hablando solo, con los miles de demonios que seguramente lo mortificaban. Aquella borrachera, por fin había terminado. Un alivio en mi cuarto: Víctor, borracho entre los borrachos, con su partida me permitiría descansar algunas horas. A los pocos minutos que pude al fin cerrar los ojos, unos golpes en la puerta que parecían anunciar el fin del mundo me incorporaron. ¿Alguien habría muerto? ¿Sería el cobrador de los arriendos? ¿Mi hermana habría dado a luz? ¿No podrían esperar un poco para darme buenas o malas noticias? Molesto y con ganas de ahorcar al primero que viera en mi puerta, salí a ver quién era el que propinaba tantos golpes a mi apolillada puerta. Era Víctor. Había olvidado —me lo repitió un millón de veces— agradecerme 214 | William Guillén Padilla la gentileza de haberle acogido en mi casa cuando los tragos le habían hecho dormir más de la cuenta. Dio mil gracias más. Dos mil. Tres mil venias y partió, más sano que un vegetariano. Yo quedé con los ojos de búho y la cama tendida, recordando que aquel buen amigo era un diplomático jubilado, como yo, socio honorario del bar cuyo nombre le puso él, y cuyos ambientes cuido ad honorem: La Embajada de Tragolandia, el único lugar digno de cuidar, porque, además de bar, sirve también de caseta del cementerio y picantería marginal. (Guillen Padilla,2010 p.213)

    Esta narración presenta una anécdota sencilla que, bajo su capa de humor y cotidianidad, esconde temas más profundos como la amistad, la decadencia, la soledad y, por supuesto, la gratitud. En este sentido, gira en torno a una noche de borrachera entre amigos, pero lo que destaca es cómo el narrador, a través de su cansancio y resignación, reflexiona sobre su amigo Víctor y su persistente agradecimiento. Así, sobre el tema "Gratitud" es que, aunque a primera vista el relato parece ligero y cómico, en realidad está lleno de capas de significado; por lo tanto, llama la atención cómo el autor utiliza una situación común, como una borrachera entre amigos, para abordar cuestiones más profundas como la vejez y el valor de los pequeños gestos. De este modo, podemos ver con claridad que, incluso en los aspectos más oscuros o desgastados de la vida diaria, hay un espacio para la gratitud, la humanidad y, de alguna manera, la conexión entre nuestro entorno.

EL HACEDOR DE JUSTICIA

Lo aprendí, señor, de Robin Hood, El Zorro, Batman y Superman. Influenciaron en mí las interminables lecturas de marxismo, las narraciones nocturnas de mi abuela y sus trabajos de esclava en la hacienda. Lo heredé de mi tatarabuelo, quien se sublevó porque no soportaba la injusticia, la violencia insana, la torpeza animal de los humanos. El Juez después de escuchar a Justiniano, mira a todos lados y decide escuchar también a Resignia. —Mire señor, Valentín es mi marido y, aunque me castigue, nadie tiene derecho a meterse; por eso le he roto la cabeza a este intruso. Justiniano la mira y no cree en lo que ella se ratifica: —Sí, señor Juez, mi marido me pegaba y este señor se entrometió. Con cierta molestia Justiniano se sienta, sin aire, arrepentido de haberse entrometí do en una pelea de marido y mujer. —Quise hacer justicia, señor —dice Justiniano. Ya nadie le hace caso y llora. El juez da su veredicto: por falta de pruebas con tundentes no hay motivos para ordenar el arresto del marido de la violentada agresora, y Justiniano y Resignia quedan en libertad. En el bar de la esquina Valentín toma la última copa de aguardiente para darse valor y castigar a Justiniano; porque, aunque sea el sacerdote del pueblo, nadie le salvará de ser admirador secreto —o quizás amante— de su coqueta mujer. Justiniano sube llorando las gradas del templo, mientras se acerca Valentín a ajustar cuentas con quien tuvo la osadía de defender a Resignia en la puerta misma del dormitorio del honorabilísimo señor Juez. (Guillen padilla, 2002, p.32)

    Valentín sospecha que su esposa, Resignia, lo engaña con Justiniano. A pesar de que podría sentirse con derecho a enfrentarla, responde de manera violenta, una actitud aberrante por su naturaleza. El maltrato nunca es una opción válida, incluso si la deslealtad produce un sufrimiento profundo. Esta narración muestra una enseñanza negativa, ya que, aunque es normal experimentar sentimientos de traición, reaccionar con agresividad no es correcto. Lo más importante sería tomarse un tiempo para procesar las emociones, ya que el diálogo y el respeto son claves. Lo cual, nos hace reflexionar sobre los problemas en la pareja derivados de una infidelidad u otras situaciones, y nos lleva a entender que, aunque los actos de engaño puedan generar frustración y dolor, no deben ser pretexto para recurrir a reacciones impulsivas. También es esencial que las relaciones se basen en una comunicación sincera para tratar los sentimientos y conflictos, logrando una convivencia pacífica y estable que beneficie el bienestar emocional de ambos.

TRAGEDIA:

Aquí murió mi padre; fue al caer mil metros adentro con todo y Pazán. Mi hermano Santos, el mayor, lo seguía por detrás guardando su distancia, como rabiza. Pazán era caballo nuestro; es decir, mío y de mi madre nomás; no de él, que en paz descanse. Donde ves el fondo del río —río que parece una soga de plata cuando es luna llena como hoy—, quedó su cuerpo más destrozado que pantalón de mendigo. Pazán, a quien tanto amábamos, murió con él. Quién habría podido sobrevivir a tremenda caída... Aquí murió mi padre. Nadie en el pueblo se acuerda de él; sólo de Pazán, el primer caballo de paso de la región que nuestro padre robó a mi madre, después de matarla a golpes y gritar llorando que no fue él. Mi hermano mayor, que andaba siempre con mi padre, al no poder hacer nada por evitar el accidente, murió un día después. De pena, decían las tías que sabían de esas cosas. Yo creo que de rabia. No soportó la pérdida de Pazán. Adrede veo el lugar donde resbaló Pazán y adivino lo que pensó mi padre al caer: mejor muerto que vivir con la vergüenza de no tener un caballo de paso propio y una familia.

(Guillén Padilla ,2002, p.123)

En este microcuento nos recuenta la muerte trágica del padre del protagonista, quien cae con su caballo al fondo de un precipicio. El narrador se siente culpable porque puso un alacrán en la oreja del caballo, lo que provocó la caída. Además, revela un pasado trágico, en el que el padre mató a la madre a golpes. Lo que expone una realidad de violencia intrafamiliar, culpa y trauma, se exhibe cómo estos actos, de abuso del padre hacia la madre, impactan en los hijos, generando un sentimiento de culpa desesperación y venganza. Asimismo, refleja cómo la sociedad puede ignorar el dolor humano y centrar su atención en aspectos materiales o superficiales. Lo cual nos da una visión  profunda,  ya que nos da a conocer cómo una acción  en este caso medio vengativa destruye la paz mental  tanto para el  protagonista  como para las personas que lo rodean  esto   no solucionó nada, en  su lugar atrajo sentimientos de culpa y arrepentimiento, lo cual nos  lleva a reflexionar que la venganza no es buena porque al buscar desquitarse, cargamos con más rencor, afectando nuestra tranquilidad  interior y nuestras relaciones, pues en  lugar de sanar nos consume, impidiéndonos avanzar. Por ende, solo a través del perdón y la comprensión podemos liberarnos del peso del resentimiento y encontrar un camino hacia la paz, tanto personal como social.

    A través de estos microcuentos el escritor William Guillén Padilla nos muestran cómo la violencia, la justicia fallida y las emociones no resueltas moldean la vida de sus personajes, haciéndonos cuestionar la naturaleza humana. Al final, no podemos evitar reflexionar sobre cómo las decisiones que tomamos —ya sea impulsadas por el rencor, la culpa o el deseo de justicia u otras actitudes que afectan no solo a quienes nos rodean, sino a nosotros mismos. Tal vez, como bien señala la narrativa, el verdadero reto no radica en hacer justicia o vengarse, sino en encontrar paz interior frente a las injusticias y tragedias que en este mundo ya no se puede controlar porque nadie es dueño de su propio destino.

 

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

 

Guillén Padilla, W. (2012). LEDO: Laboratorio de Ensayo de Diseño de Obras. Recuperado de https://www.oocities.org/wguillenpadilla/LEDO

 

 

 

 


 


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