¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar por amor?
Con Amor extraño amor, Mauricio Málaga nos invita a una travesía por los
rincones más complejos y contradictorios del corazón humano. En sus páginas, el
amor no es una emoción sencilla o idealizada, sino una fuerza desbordante que
puede crear y destruir en igual medida. Málaga disecciona las relaciones
afectivas con un enfoque agudo, revelando cómo el deseo, el miedo y el dolor se
entrelazan en los lazos que forjamos con otros. Esta novela es un recordatorio
de que, en ocasiones, el amor puede ser tan oscuro como luminoso.
"El verdadero dolor se dejó sentir en mi
cuerpo, poco a poco, cómo una grave enfermedad que cuando es descubierta es
demasiado tarde" (Málaga, 2023, p. 64).
Presenta el dolor como una experiencia física o un
sentimiento que afecta a la mente y alma, podemos describirlo como dolor real,
el cual no ocurre inmediatamente, sino que va aumentando con el tiempo. La
referencia ´´es demasiado tarde´´ refleja que la persona ya llegó al límite de
su sufrimiento y no está dispuesta a pasar otra vez por la misma situación, es
decir, de dejar de lado sus sentimientos por complacer a otra persona que al
final no valoró lo que hizo por ella. En múltiples oportunidades nos enfocamos
tanto en la felicidad de otros que nos olvidamos de nosotros mismos, tanto así
que cuando nos damos cuenta del daño que causamos o el que dejamos que nos
hagan ya es demasiado tarde. Es imperante poder reflexionar sobre si dejar
atrás lo que sentimos simplemente por complacer a los deseos de los demás vale
la pena. ¿Dejar que otros pasen por encima de nuestros sentimientos es
necesario para poder volver a surgir?
"Dicen que unos entran, pero otros ya van
saliendo: Esa madrugada ni un grito, ni un lamento, solo se marchó volando a
los infiernos, sin siquiera decir adiós” (Málaga, 2023, p.42).
Esta situación plantea la cuestión de si debemos
olvidar la alegría de complacer a los demás, o, por el contrario, debemos
entender cuándo es el momento de dejarlo ir. Este tipo de relaciones dejan
heridas profundas y la recuperación emocional es difícil, dolorosa y tortuosa.
En la vida, las llegadas y las partidas son inevitables. Dicen que unos entran,
pero otros ya van saliendo, se evoca el ciclo continuo de la existencia humana,
marcado por el flujo constante de quienes llegan y quienes se van. Este
contraste entre la llegada y la partida resalta la naturaleza efímera de la
vida, donde mientras unos encuentran su comienzo, otros alcanzan su final. La
madrugada, con su calma y oscuridad, se convierte en el escenario de una
despedida silenciosa, sin gritos ni lamentaciones. Sin siquiera decir adiós
acentúa la falta de cierre y la naturaleza abrupta de la partida, la ausencia
de una despedida no solo deja un vacío emocional en quienes quedan atrás, sino
que también refleja la cruda realidad de la muerte y de las separaciones
definitivas. Este silencio final, sin palabras ni gestos de adiós, nos enfrenta
a la incompletitud de la vida, a la imposibilidad de cerrar todos los ciclos
antes de partir. El ciclo de la vida se manifiesta como una sucesión de
llegadas y partidas, donde el silencio y la serenidad ante lo inevitable
contrastan con la dureza del destino que nos espera. La reflexión sobre la
transitoriedad de la existencia y la falta de un adiós final nos recuerda que,
aunque aceptemos el destino, el fin siempre deja un vacío profundo e
irremediable. Por esto mismo nos planteamos: ¿Debemos olvidarnos de nuestra
propia felicidad por hacer felices a otros?
"Éramos prisioneros de sentimientos agarrantes,
lo nuestro no era amor, era una deformación producto de la necesidad mutua,
inspicua y depravada que debía culminar en un castigo de sangre" (Málaga,
2023, p.45).
El sentirse atado a una persona sentimentalmente es
estresante y abrumador, el sentir esa necesidad de dependencia emocional y
seguir en ese círculo vicioso de saber que ya no hay amor, pero seguir
aferrándose a ello terminará de una forma cruel para ambas partes. Tenemos que
dejar ir a aquello que alguna vez nos hizo felices y quedarnos con el recuerdo
de lo extraordinario que fue y dejarlo ir, ya que aquello que fue bonito alguna
vez podría llegar a ser lo que nos destruya. Esto no solo puede llegar a
ocasionar problemas emocionales sino también problemas psicológicos que podrían
terminar en la muerte de alguna de las partes involucradas. Hay relaciones que
al pasar el tiempo olvidan los sentimientos, pero no sé alejan por miedo a
volver a comenzar otra vez y ahí es donde se recae en la monotonía. Nos
aferramos tanto a un sentimiento que nos olvidamos del amor, llegando a
volverse una dependencia emocional de ambas partes donde no pueden dejar ir y
volver a iniciar de nuevo, convirtiéndose en un círculo vicioso de afecto
interminable. En este contexto es fundamental cuestionarnos si, ¿Deberíamos
dejar que nuestra vida siga en una monotonía por miedo a empezar de nuevo? o
¿nos damos la oportunidad de rehacer nuestras vidas?
“El verano acababa y también la ilusión de los
jóvenes amates cuyas sonrisas se cruzan desde lejos y envían con el viento
misivas de amor” (Málaga, 2023, p.20).
El verano, tradicionalmente asociado a la juventud,
la vitalidad y el amor efímero, llega a su fin, marcando no solo el cambio de
estación, sino también el ocaso de una ilusión compartida por jóvenes amantes.
Un amor que ha florecido, pero que se mantiene a la distancia, un vínculo que
depende de miradas y gestos sutiles. Las misivas de amor llevadas por el viento
sugieren una comunicación simbólica y etérea: no son cartas físicas, sino
sentimientos o pensamientos enviados de manera intangible, como suspiros
cargados de anhelo. Sin embargo, el viento también puede ser interpretado como
un mensajero que dispersa y diluye esos sentimientos, como si el tiempo, las
circunstancias o la realidad se interpusieran en el camino de este amor.
El final del verano representa el ocaso de un amor
que quizás nunca se materializó completamente, dejándonos con una sensación
agridulce, donde la belleza del amor vivido, aunque haya sido breve se
contrasta con la inevitable separación.
El amor, ese insondable sentimiento que
simultáneamente nos consume y nos eleva, que nos aproxima y nos distancia.
¿Quién podría desentrañar su esencia? Tal vez, en última instancia, el amor se
asemeja al océano: vasto, indómito, capaz de desatar las tempestades más
furiosas y las calmas más absolutas. Así como el mar nos atrae y nos atemoriza,
el amor nos seduce y, al mismo tiempo, nos sobrecoge. No obstante, persistimos
en buscar sus olas, anhelando sumergirnos en su inmensidad. Porque el amor, con
sus insondables misterios, es lo que, en definitiva, nos humaniza.
En cada breve historia la obra "Amor extraño
amor", Mauricio Málaga nos invita a cuestionar las dinámicas que a menudo
consideramos necesarias en las relaciones amorosas. A través de las diversas
situaciones que viven los personajes, se pone en evidencia que el amor no debe
ser sinónimo de anulación personal ni de sacrificio constante. La obra nos
muestra que, aunque el amor exige compromiso y esfuerzo, es crucial no perder
de vista nuestra identidad y nuestras necesidades individuales y esto nos lleva
a reflexionar sobre cómo podemos ser mejores compañeros, no a costa de nuestra
felicidad personal, sino integrando nuestro bienestar en el espacio compartido
con otro ser.
REFERENCIA:
Málaga, M. (2028). Amor extraño amor. Editorial
Planeta.
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