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lunes, 7 de septiembre de 2020

Augusto Rubio Acosta - 2 Poemas (Serie: Poesia)

 


Traspapelada imagen de la lluvia



A la cuna donde duerme

al viento que la impulsa por las calles

las tardes de cuarentena

en que va en busca de croquetas y antibióticos

para las infecciones y las tripas de Perla

que se echa una siesta

pensando en las flemas

y en su terco corazón

aviento estas líneas en papel de despacho

para que al tanteo de las noches y presagios

a la hora de la sangre avivando la lumbre

la envuelva el sosiego de la memoria

el hormigueo de la alegría en las guitarras sordas

los fogonazos de la historia

la garúa

un poquito de mí

¿Qué has hecho con el paisaje ciego

de los pantanos purulentos

con las calles polvorientas y cenagosas

de los barrios rumorosos

con callejones y quintas

donde cada tanto amanecí

asesinado a manos de malhechores y fumones

de policías y cachacos réprobos

que aparecen en las noticias de la pandemia

económica y neoliberal

en los periódicos del gobierno

con que se envuelve el pescado

en las esquinas donde mean gatos y declamadores

burócratas y comerciantes

del paseo peatonal?

¿Qué has hecho con el dolor en mis ojos

cuando el sol golpea

con el rastro de la muerte

el recuerdo de la tos y de las fiebres

en las canciones perdidas

con las cicatrices ancestrales medievales y postmodernas

y con mis huesos en el camino

que nadie pudo encontrar?


A la cuna donde duerme

donde patea y donde sueña

con cabezas de carnero

cataplasmas sábilas y ajicitos

aviento esta fotografía

del mar de Buenos Aires

extensión inconfundible

de nuestras puestas de sol

de viajar por el claroscuro de la lluvia

y del cielo nublado

en busca de nuevos augurios

aviento esta historia traspapelada

en mi esperanza

mi alegría

yacones maticos y copaibas

un poquito de ti.


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Aprendizaje 



Como los pescadores 

pudriéndose en las bolicheras 

las madrugadas que no hay pesca 

y es imposible hacerse a la mar 

aprendí a vivir en el infierno como si nada sin parpadear y sin descanso 

sin pensar en la angustia de hablar solo 

de contar o aparentar contarlo 

apagando el fuego en mi cabeza 

la obsesiva idea de tener ideas siempre 

de prolongarme en las mismas 

durante el sueño o cuando estoy despierto la implacable energía con que apuñalo la almohada 

íntima y distante 

donde habita mi voz. 


Como en las cartas que he escrito 

en los daguerrotipos que he olvidado en las playas 

en los mares que he navegado 

aprendí a permitirme el derecho a hablar 

a revisar sin ambages la vida larga y angosta que he tenido 

las patrañas y comedias de neurólogos atormentados 

presos de su futuro 

incapaces de descifrar la estrategia 

con que me oculto en primera persona 

vieja y efectiva arma para la única posibilidad 

de transferir las ideas de mi cabeza a mis aurículas 

y de ahí a mis pulmones. 


Como los pescadores 

habitando embarcaderos sin edad envejeciendo en las chalanas enmohecidas por la brisa 

y la juventud eterna 

aprendí a vigilar mi casa desde el océano 

a escribir poesía en los velorios y en las huelgas 

a coleccionar indignación y desapegos 

a respirar hondo y a lanzar mi voz 

o morir para siempre 

a arder y levantarme al compás de las corrientes 

con el desborde de los amaneceres

a abrazar a mi pequeña amada y recordar 

lo que nunca se olvida.



Biografía:

Augusto Rubio Acosta es escritor, gestor cultural y comunicador social egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su producción narrativa comprende los libros Avenida indiferencia, Mundo cachina, ¡Habla, San Pedrito! y la novela Fraga. En poesía, el autor ha publicado los volúmenes Inventario de iras y sueños, Mi camisa de comando y Poquita fe; además de las plaquetas Poemas de los días en que hablaba con el mar y El arte de remontar la zozobra. Recientemente acaba de publicar La peste que te habita [diarios].


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