ALGEBRAICO
Aquí, no un ejercicio jazzístico, ni plástico,
quizá equivalencias a un sastre vulgar
quien ejecuta en su guitarra azul,
una necesaria realidad que nos trasciende.
Reconozco el azar, nos provee de todo:
el gusto, los libros, la mujer inmarcesible.
Las cosas como son pueden trocarse también
en un más imaginario que real sedán azul
y un chofer vulgar si este coincide en dejar
que el tema del poema sea el poema mismo.
PÍCEA
Un hombre espolea a su espíritu: bosteza,
cubre con una manta su palma y entibia la sangre
de su rostro. El gesto incomoda a su única compañía,
e incomprendido recibe la recomendación
de ir a dormir. En su sueño, el soñador descubre
los colores de un satélite común
al observar la copa de una pícea: de inmediato
ve enriquecida su flora y suma aquel descubrimiento
a su vocabulario, tiende el apunte en el tejido blando
de su sonambulismo, e inquieta, su palma,
se descubre de la manta y le despierta
para tomar el bolígrafo y recrear este poema
en el primer papel que ubica sobre la mesa.
COLLAGE
Para poseer a un alma certeramente
hay que llegar a ella por cada uno de sus cantos.
El asomo a la ventanilla, llegando desde el norte,
no urgirá de un otoño en inicios
sobre la cama ferroviaria.
Sin aprietos, ni tumultos estacionarios,
esta ausencia de prisas y congestiones
es el resultado de una rota dependencia.
Rotación espacial de los días
en mi hebdómada reposo.
Arquitectura emancipada del mito monumental.
Demarcación del neuma sobre el canto llano.
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