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domingo, 27 de diciembre de 2020



1.

Pocas veces veo a toda la familia reunida, desde la bisabuela Santos hasta el sobrino Ernestito, se escucha golpes en la puerta. Salí a abrir y vi a un señor canoso, de buen porte, y ojos verdes. Era mi tío Guillermo, junto a Él estaba una chica muy hermosa, casi de mi edad, nunca la había visto. Salude a mi tío con un abrazo y a la chica misteriosa, de la mano. Mi tío fingió no darse cuenta que le pedía excusas por ella.

Mi tío Guillermo estaba en la sala, dejo a la chica en la puerta, esperando.

-Y Guille que era eso tan urgente que tenías que decirnos- exclamo el tío Braulio

-Bueno familia, esto se tenía que saber tarde o temprano, les pido perdón a cada uno de ustedes por haber ocultado por tanto tiempo esto, pero ha llegado el momento de decirles- dijo mi tío Guillermo-con el rostro cabizbajo; tal cual condenado a muerte cuando va dirigido al cuartel de fusilamiento- Tengo otra hija se llama Felicia.

Toda la familia se quedó alelada por la noticia que había recibido tan abruptamente, obviamente la más afectada fue la tía Lucía, la esposa de mi tío Guillermo, que comenzó a llorar desconsoladamente.

Particularmente, yo estaba calmado, mi tío Guillermo tan correcto, tan decente, revelarnos un secreto que tenía guardado hace mucho tiempo- una noticia de esa magnitud-no creo que haya manchado el concepto que teníamos de Él, más bien lo enaltecía. ¡Pasa Felicia! - dijo mi tío Guillermo. Y ahí estaba parada frente a toda la familia, Felicia.

La observe: alta, delgada, cabello castaño, ojos negros profundos, unas mejillas sonrojadas, tez clara; hermosa en efecto, por donde se la mire. Toda la familia tenía los ojos puestos en Felicia, mi “nueva” prima, la tía Lucia comenzó a llorar con más fuerza. Me acerqué a Felicia y le dije: No tengas miedo, tranquila, bienvenida a la familia. Felicia me dio una sonrisa de agradecimiento.

La familia no salía de su asombro y comencé a dar un discurso de esos que se dice en momentos bochornos sobre que los hijos no tienen la culpa de nada- lo cual hizo entrever mi falta de preparación para hablar en público.

Durante toda la cena, atiborraron con preguntas a Felicia, desde su nombre; que no sé porque se les había olvidado, su edad, procedencia, que hacía por la vida, hasta sobre su madre. Lo cual Felicia respondía ecuánimemente con una parsimonia que me dejo sorprendido.

Al final de la cena cuando ya casi se había ido toda la familia, me quede junto a mi primo Samuel; como en todas las reuniones familiares.

Salimos a dar la vuelta, no queríamos tocar el tema de la hermana que se le había adjudicado tan abruptamente a Samuel, pero salió.

- ¿Cómo crees que me siento? - pregunto Samuel y yo tratando de bromear le dije: Feliz, tienes una hermana. ¿No?

- ¡Que imbécil eres! No viste a mi mamá, yo sospechaba que algo así ocurría, incluso pensé que mi papá tenía una amante de muchos años, nunca pensé que tenía una hija. Y seguí con la broma: Pero piénsalo bien, ya no eres hijo único, eso es bueno, ya tienes alguien con quien ver películas, a tus veinte años algo así creo que no te debe afectar tanto.

Samuel me lanzo una mirada furiosa y se fue.

2

Samuel, Ricardo y yo salimos como siempre en busca de aventuras nocturnas, por esas calles, conocidas y recorridas por nosotros; más que primos éramos mejores amigos. Tan distintos, que nos complementábamos, éramos como una sola persona. Llegamos a la recta de centros nocturnos; vimos una discoteca recién inaugurada, pero hubo algo en ella que nos llamó la atención, así que decidimos entrar.

Pedimos un whisky con hielo, el ambiente estaba bueno, la música igual, pero nos faltaba algo.

-         Ricky, mejor vamos a otro sitio, como que se pone aburrido aquí-dijo Samuel

-         Me gusta este sitio, además mira a tu izquierda.

-         ¡Oh! Diablos que hará ella aquí

-         Vamos y de paso le decimos que nos presente a sus amigas- dijo Ricardo

Llevamos el wihsky y ahí estaba, la prima Felicia, guapa como desde el primer día que la vi. Sé percato de nuestra presencia y nos llamó. De repente estábamos rodeados de hermosas chicas, las mejores de la discoteca.

Eran cerca de las 3 a.m. las chicas ya bailaban con desenfreno, fui al baño y cuando regresé, mi “buen” Samuel, ya estaba besando a una chica. Provecho Samuel- le dije

Me sentía bien en ese grupo, pero se sentía un ambiente lúgubre desde el bochornoso momento del beso, todos se miraban con recelo, miraba a la prima Felicia con una cara desencajada, aunque trataba de ostentar una sonrisa, se le notaba fastidiada.

Me fui con Ernesto y Samuel, con su hermana

 

3.

Samuel había prometido a Felicia llevarla a su casa; en el taxi, no se dirigieron la palabra. Llegaron al edificio donde vivía Felicia.

 -Samuel: ¿Deseas pasar?

Muchas cosas pasaron por la mente de Samuel, talvez odiaba a Felicia talvez no, pero mientras analizaba la pregunta de Felicia, por primera vez vio a Felicia como mujer.

Llegaron al último piso donde radicaba Felicia, vivía sola. Samuel oteo sigilosamente el departamento, pintada íntegramente de verde, amueblada con una decoración finísima, ordenada y limpia.

Ella nunca espero que su hermano respondiera afirmativamente lo que le había planteado en el taxi. Pero allí estaban: Los hermanos

Samuel se acercó mucho a Felicia. Se vieron a los ojos, ambos irradiaban deseos reprimidos. Comenzaron a besarse frenéticamente, con desesperación, como si nunca hubieran besado a alguien, eran expertos, pero en ese beso parecían bisoños.

Sabían que lo que estaban haciendo estaba mal, pero no podían detenerse, no se habían enamorado, pero tenían algo tan adictivo el uno en el otro que no podían desprenderse.

Solo se satisficieron cuando los dos terminaron exhaustos, se miraron y se amaron por el resto de la noche; no podían creer lo que habían hecho, parecía un sueño, pero era real, tangible.

Salieron de la casa y cada uno tomo rumbos distintos, sabiendo que, desde ese día, desde ese momento, ya nada volvería a ser como antes.

4.

El incesto entre los hermanos se prolongó por muchas semanas, algunos meses quizás.

A Felicia se le veía con mucho asiduo en todas las reuniones de su nueva familia, siempre tratando de encajar, en ese cumulo de personas que ni siquiera sabía porque le trataban con cariño.

A pesar de que Felicia ya tenía tiempo en la Familia siempre era la más acechada en las conversaciones, donde se comenzaba a revelar que trabajaba en una revista de modas de la cual era imagen, con la cual, en sus cándidos 19 años, ya tenía un hermoso departamento y estaba ahorrando para la compra de un auto.

Aquellos “nuevos” hermanos tan distantes, pero a la vez tan cómplices, ni se miraban en las reuniones

 

 

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