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martes, 6 de diciembre de 2022

RESEÑA POÉTICA/ XAVIER POICÓN

 


LA FORMA ÚNICA DEL CAOS

 

Una vez terminada la lectura de un libro que ha logrado conmovernos, y ya pasados los días y las noches con sus rutinas, ese mismo libro pareciera volver a nosotros, pero esta vez en forma de sombra, como Virginia Woolf dice en uno de sus ensayos: "Allí cuelgan en la mente las formas de los libros que hemos leído". Formas. No un estado de ánimo, ni el argumento, sino algo más plástico. Es como si una escultura acuosa se hubiese creado durante la lectura y ahora viviese en nuestra mente. Un residuo que persiste en una forma única.

Tuve el privilegio de leer La Arqueología del Caos antes de la impresión del libro. Privilegio que se deriva de uno más grande, contar con la amistad de su autor, Joe Guzmán. Las amistades que se forman sobre la base de un vicio común suelen ser las más duraderas. Y nosotros compartimos dos: el embriagante vicio por la lectura y, quizás el vicio más infame y destructivo de todos, el de la escritura.

Como si se trataran de hongos alucinógenos o anfetaminas, hemos venido traficando libros y escritos desde el 2014 con la esperanza de lograr estremecer nuestros organismos yonkis cada vez más inmunes y exigentes. Nos va quedando claro, eso sí, que no existe cura para nuestra condición. Estamos condenados.

Leí su libro de un tirón, y luego, inmediatamente, lo volví a leer con la certeza de que se me escapaban muchas cosas, imágenes, intenciones.  En la segunda lectura sentí algo parecido a lo que siento al ver los cuadros del Bosco. A cada línea explotaban imágenes tan cargadas y evocativas que era difícil quedarse con una idea general y perderse la belleza de lo pequeño. Igual que en el Jardín de las Delicias, había que aguzar la vista e ir construyendo el cuadro general detalle a detalle. Con la paciencia de un arqueológo que valiéndose solo de un cepillo de dientes se dispone a desenterrar una ciudad entera, recorrí verso por verso el camino que me proponía el libro. Atravesé sus páramos y cuevas, seguí el rastro de melancólicos homínidos, la desolación que arrasó nuestro pasado y reconocí el vértigo de nuestro futuro póstumo. El tiempo. Como dice Ezra Pound: "lo que sabemos lo sabemos por ondas y espirales que salen de nosotros y de nuestro tiempo". Joe sigue esta trayectoria. Ondas y espirales. Deformadas por el colapso. Pareciera que asistimos a la etapa final de la especie, al inventario de nuestras derrotas, de los presagios no atendidos. Es inquietante que la narración sea en presente y no en futuro. ¿Hace cuánto que habitamos nuestra propia extinción?

"Qué profunda y terrible es la luz que brota de nosotros/cuando estamos próximos a desaparecer", dice Joe en El crujido de los fósiles. Y quizás esa luz sea a lo que se refiere Susan Sontag cuando dice que "el pasado es el más surrealista de los objetos, haciendo posible ver una nueva belleza en lo que se está desvaneciendo”.

 


(Luis Eduardo García, Joe Guzmán y Óscar Limache, en la presentación del poemario)


Pero la arqueología no es una ciencia, es una Vendetta; y le sirve también para saldar cuentas con su generación, con la tradición, con el pasado. La búsqueda también es interna, la verdadera búsqueda del caos, de ese caldo de materia primitiva que en la destrucción del orden pareciera dar sentido a todo. Artaud decía en una carta: "Mi vida es la realización de una profecía".  Y Joe alinea su destino con la poesía, todo poeta es su propio profeta. “Solo tú eres digno del fuego”, dice Joe en su Réquiem por Juan Ojeda, oteando los pasos del poeta suicida en la noche ciega del infierno.

Retomo la idea de la forma única que se crea en nuestra mente cuando un libro nos conmueve. Porque debo decir que La Arqueología del Caos me conmovió profundamente, y al volver a leer sus páginas siento que se han incorporado nuevas formas y significados que han enriquecido su lectura. Sé que cuando vuelvan a pasar los días y las noches con sus rutinas, la forma final del libro terminará siendo una especie de alquimia entre la forma que creó Joe y la forma que yo como lector puedo seguir dándole. Son pocos los libros que  tienen esa capacidad de no agotarse. La Arqueología del Caos es uno de ellos.  

Sé que propiciará un número infinito de reuniones. Gracias por esa forma única de mezclar belleza y estremecimiento que tu libro ha logrado esculpir en la mente de quienes lo hemos leído.

 

 


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